Visitas de rigor, vuelta a casa y a la rutina.
Muchos de mis amigos se habían ennoviado, a otros la universidad había trastocado mentalmente y un día haciendo una visita a un antiguo profe de inglés volví a ver a un compi con el que había tenido buena relación en clase pero con el que jamás había coincidido en ningún bar de marcha ni en ningún otro sitio que yo frecuentara.
Ese día me di cuenta que compartía muchos gustos (naturaleza, coches, fotografía...) y que aunque era un tío muy cordial, sus amigos estaban en la fase de desparramar y pasaban de ir con él a llenarse las botas de barro por el campo.
El caso es que quedamos para darnos una vuelta por el monte el sábado siguiente a primera hora.
Conocía (y conoce) muy bien la zona del alto Tajo. Me enseñó sitios flipantes donde poder ver volar los buitres, águilas y demás rapaces de la zona por encima de tu cabeza, cascadas escondidas, nidos de búhos reales, cuevas, parideras perdidas en mitad de la nada, etc.
En general esta zona está poco explorada, por su mala comunicación por carretera y por lo poco preparada para el turismo (en estos días un poco más, pero no mucho más), así que nos dedicábamos a recorrer solitarios caminos llenos de barro (ahora es cuando más de uno de mis lectores comprenderá una de mis aficiones favoritas) y no nos encontrábamos más que un pastor o a nadie en todo el día.
La amistad se hizo cada fin de semana más fuerte y nos tiramos dedicándonos a la fotografía de la naturaleza, al "barring" y a conocer nuevos sitios durante más de dos años.
Pero todo no todo el monte es orégano, por la tarde cuando volvíamos a casa y si no estábamos muy hechos polvo también quedábamos para salir de marcha.
Entonces cambiábamos su todoterreno por mi deportivo (no lo digo por fardar, no diré la marca ni el modelo, pero era así, un pacto entre caballeros), pensando en que así podríamos ligar algo... pero aún pasó algún tiempo hasta que los dos encontramos nuestra media naranja.
Prometo ampliar esta entrada y las siguientes... estoy haciendo pruebas para poder enviar directamente a través del móvil (sí, soy un geek) las entradas que voy escribiendo en mi móvil a lo largo de los distintos huecos que tengo en el día.
ResponderEliminarCaminos llenos de barro hasta las trancas, no sé qué me recuerda... Ahhh ya, a mis andanzas entre pozos de agua, bodegas perdidas y cotos de caza en la nada... aunque lo mío es obligación y lo de otros es devoción por atascar el coche.
ResponderEliminarTe aseguro que no es por atascar el coche, pero cuando te metes en una pista en la que no ha circulado nadie desde hace meses, al principio te mola que se vaya un poco el coche para todos lados, pero cuando la cosa se complica lo que menos quieres es que se atasque el coche...
ResponderEliminar