Tenía pendiente de publicar la segunda parte de la entrega de la visita al psicólogo...
Después de secar mis lágrimas y recuperar las fuerzas para conducir en medio de atascos cruzando medio Madrid para regresar a casa, fui del tirón al hospital a ver a mi madre que la acababan de operar hacía unos días.
Supongo que las madres, que lo saben todo o lo intuyen, porque para eso son madres, me tuvo que ver algo raro en la cara ese día y me preguntó si me pasaba algo.
Ella es muy prudente con según que cosas, y aunque yo creo que algo sospecha, tanto ella como mi padre, no me ha comentado nada en todo este tiempo y cuando Sara está delante menos, lo disimula bien.
Yo le contesté que estaba cansado de la reunión que había tenido a última hora y poco más, nos dimos unos paseos por los pasillos del hospital y luego marché para casa.
Mientras volvía pensé si era el momento de plantear la situación o si por el contrario debía esperar a que la ocasión perfecta se presentara.
Con la sensibilidad tocada por la realidad que se me presentaba decidí posponer la charla y dedicarme un rato a las tareas de padre.
Me estaba leyendo un libro que me recordaba un poco (solamente un poco) a tu historia: faltaba comunicación con su mujer, no hablaban, los besos eran una formalidad... pero, al poco lo que me pareció era que el prota estaba para ir a un psiquiátrico y para colmo el final ya era demasiado dramático para acabar cual peli romanticona... así que por si acaso, no lo leas o sí... "El bolígrafo de gel verde" de Eloy Moreno... quizás lo repasó demasiado en las correcciones y perdió frescura en la escritura a cambio de ansias de grandilocuencia. Ni se te pase por la cabeza imitar al protagonista.
ResponderEliminarMe gustaría poder concentrarme y tener tiempo para leer como en algún tiempo hice.
ResponderEliminarAhora mis lecturas son más variopintas y a través la red porque no tengo un ratito libre para abrir un libro en casa... o quizás es que no me lo propongo.