martes, 9 de agosto de 2011

De "rodríguez"

Todo el mundo comenta: "joder que suerte!" la casa para tí, no tienes que hacer la cama, etc.

Vanalidades absurdas y teorías que luego no se cumplen (algunas sí), estar solo en Madrid en verano puede ser tan divertido como tú quieras plantearlo.

La primera sensación cuando dejé a la peque con Sara alejándose en el espejo retrovisor se fue emborronando porque estaba a punto de llorar.

El momento de la despedida fue muy duro. Tu hijo abrazándote diciéndote que no te vayas y Sara con ese rictus en la cara imperturbable con el que no sabes ni no siente o padece.

Al menos el fin de semana fue interesante, respiré aire puro y disfrute de los olores del campo ya que no necesité encender el "air conditioning" del coche por la temperatura y según pasaban los kilómetros los olores iban cambiando: paja recién cortada, pinos rebosantes de resina, frescor del río con agua más bien tirando a fresquita... y todo ello aderezado con una carretera de montaña con apenas tráfico en la que disfrutar de una de mis aficiones favoritas: conducir.

Todo esto hizo que al menos, cuando me tumbé en la cama, solo en casa, con un calor de mil demonios, al cerrar los ojos pudiera recordar todo lo que había disfrutado en la sierra y ventilador mediante conciliar el sueño.

Una de las cosas buenas es que si te surgen planes sobre la marcha no tienes ningún pretexto para evadirlos y claro está, después de que tu hermano pequeño y tu primo mayor vienen a buscar a la ofi para invitarte a comer, no puedes decir que no y la jornada que comenzó a las 5:45 AM se alargó hasta las 23:55, con paseo toda la tarde por el zoo, cervezas, cena informal, más cervezas y para terminar chupito de Jack Daniel's en un bar de heavies que no sabía que existía...

Aunque no soy de salir de bares ni de copas, no me sentó nada mal la excursión del día anterior y al día siguiente volvimos a irnos de tapas por el centro.

Las terrazas estaban llenas, era difícil encontrar una mesa libre, pero si algo sobra en España son bares así que probamos suerte en otro y otro hasta que me di por satisfecho y me retiré a tiempo.

He de confesar que no me da tiempo a hacer la cama antes de irme (madrugo mucho y apuro al máximo) pero no me gusta hacer un "cuerpotriste" todas las noches y lo primero que hago cuando me pongo cómodo en casa es estirar las sábanas y ventilar toda la casa.

Este otro finde me fui a la sierra con mi suegro. No me gusta viajar en su furgoneto, es incómoda hasta decir basta y no consigo pillar la postura para poder echar una cabezadita, pero bueno, es el peaje para ver a tu peque un par de días y poder ver lo bien que se lo está pasando jugando con sus amiguitos corriendo de un lado a otro.

A ver que nos depara esta semana

lunes, 8 de agosto de 2011

Psicología y otras adicciones (II)

Tenía pendiente de publicar la segunda parte de la entrega de la visita al psicólogo...

Después de secar mis lágrimas y recuperar las fuerzas para conducir en medio de atascos cruzando medio Madrid para regresar a casa, fui del tirón al hospital a ver a mi madre que la acababan de operar hacía unos días.

Supongo que las madres, que lo saben todo o lo intuyen, porque para eso son madres, me tuvo que ver algo raro en la cara ese día y me preguntó si me pasaba algo.

Ella es muy prudente con según que cosas, y aunque yo creo que algo sospecha, tanto ella como mi padre, no me ha comentado nada en todo este tiempo y cuando Sara está delante menos, lo disimula bien.

Yo le contesté que estaba cansado de la reunión que había tenido a última hora y poco más, nos dimos unos paseos por los pasillos del hospital y luego marché para casa.

Mientras volvía pensé si era el momento de plantear la situación o si por el contrario debía esperar a que la ocasión perfecta se presentara.

Con la sensibilidad tocada por la realidad que se me presentaba decidí posponer la charla y dedicarme un rato a las tareas de padre.