A la hora de la comida estaba medio instalado en mi nuevo/antiguo hogar, raro, solo, triste...
No sé si habrá sido casualidad, pero el día que me fui a vivir con Sara mis padres se habían ido de viaje... y ese fin de semana también lo estaban.
Llamé a mi hermano para ver si me podía ayudar a montar un armario que mis padres compraron para el momento del traslado y así pasamos la tarde hasta que nos fuimos a cenar en su casa.
Después de jugar un rato con mi sobri, decidí irme a mi nueva casa, a descansar porque la tensión de las últimas semanas no me dejaba descansar... al principio extrañé un poco la cama, le di alguna vuelta a la cabeza, pero cuando Morfeo se sentó a mi lado no tardé mucho en caer en coma.
Estas semanas han sido cuanto menos extrañas… aunque me siento arropado por mi familia que está ahí siempre (mi padre incluso me ha alquilado una plaza de garaje porque el aparcamiento en su zona está fatal), me falta “algo” y aunque veo a Elena todos los días, cuando la dejo en casa con Sara, o subo a hacer los deberes con ella tengo sentimientos enfrentados: por una lado me pregunto “¿qué hago aquí?” pero por otro lado aún tengo la cabeza loca porque me está costando más de lo normal olvidar a Sara…