A principios de semana fuimos a otra sesión con el mediador.
Esta vez teníamos que hablar de horarios y reparto de tiempos con Elena, la peque (nombre ficticio)
Durante todas las vacaciones no hemos hablado del tema en ningún momento... porque estábamos de vacaciones y porque no hemos parado por casa, juntos y por separado, con la peque y sin ella.
Después de las sesiones anteriores la actitud de Sara cambió algo, parecía que empezaba a ver un poco la luz al final del túnel, pero nada... tan solo fue un espejismo de algo que deseaba que ocurriera.
Nuestra relación ha mejorado bastante, no hay esa tensión que hubo hasta antes de navidad, pero de vez en cuando hay algunos "picos" de tensión... yo intento controlarme todo lo que puedo pero ella no, cuando le da el arrebato explota y a veces pierde un poco los papeles en situaciones tan idiotas como por ejemplo la de ayer.
7 de la tarde, volvemos de clases de inglés y Sara está preparando la cena, unas tortillas de patatas. Elena ya hizo los deberes antes de ir a inglés pero le queda repasar un poco (está con las tablas de multiplicar). Yo tengo que hacer unas modificaciones de una web y Sara está atendiendo a la peque y a la sartén y yo no me entero que va a cuajar las tortillas mientras que Elena está constantemente preguntando dudas... Sara se desespera y entonces oigo maldecir en la cocina y dar golpes con platos y sartenes... la tormenta está a punto de caer, me acerco a ver que puedo hacer y entonces me dice que no puede estar a todo, etc.
Yo no sé que está haciendo todo a la vez si no estoy con ellas, y lo más lógico es que me hubiera llamado y también hay que decir que cuando la peque tiene una tarde tonta no hace más que llamar a su madre o su padre y puede llegar a desesperarte, pero es una niña, tiene inseguridades y le gusta que estén con ella mientras hace los deberes (a ésto la hemos estado acostumbrando nosotros y debemos ir poco a poco cambiando el chip).
Al final las tortillas no quedaron tan mal como ella pensó pero hubo un momento de tensión que se hubiera podido evitar... lo que me molesta es que ella piense que estaba navegando por internet haciendo el tonto y no valore que yo trabaje con el ordenador y se piense que estoy continuamente en el facebook o yo que sé...
De momento seguimos sin decirle nada a Elena, yo ya he hablado con mis padres que en el momento que hablemos con ella me iré a vivir a su casa (por el momento), pero Sara sigue teniendo dudas... no sé que tipo de dudas, la cosa está muy clara, al menos para mí: has dejado de querer a la persona con la que convives, ya no sientes lo de antes y lo mejor es que cada uno viva por su lado, llevándose bien y compartiendo todo lo común de buen rollo y ante todo lo que prima es el bienestar de Elena, que no se sienta sola, desplazada y que apenas note que sus padres ya no viven juntos.
En esta última sesión aclaramos el tema de los gastos comunes, extraordinarios y demás y también plantamos las bases de reparto de tiempos de Elena (cole, vacaciones, cumpleaños, fiestas...)
En la próxima cita nos enseñará un borrador del documento en el que nos basaremos en caso de no haber un entendimiento o de que falte el buen rollo que, de momento, impera en torno a este asunto.
jueves, 12 de enero de 2012
martes, 3 de enero de 2012
¿Cómo decírselo a nuestra hija?
Solamente escribir el título de la entrada me pone un nudo en la garganta... yo, que soy más tierno que el día de la madre me he ido haciendo poco a poco el duro (o es mi corazón el que se ha ido endureciendo) y cuando saco el tema con las pocas personas que saben por lo que estoy pasando ya no se me cortan las palabras y se me saltan las lágrimas... sí, soy un hombre y lloro, y no me arrepiento de ello ni soy menos macho ni todas esas majaderías que se suelen comentar en corrillos de hombres.
He llorado mucho, a solas, cuando me metía en la cama por las noches y recordaba las situaciones que había vivido ese día, en el coche, de camino al trabajo cuando más solo me sentía... mirándome al espejo cada mañana ...
Ahora no tengo ningún problema de hablar de todo esto a excepción de cuando nombramos a la peque.
Es muy triste lo que estamos viviendo y ella, con su edad y en su mundo, aunque a veces se da cuenta de que hay "tensión" en la casa, no sospecha lo que está sucediendo y menos ahora que hemos estado más de dos semanas de vacaciones con ella todo el día, haciendo deberes pero también jugando y compartiendo esos momentos que solo un padre que está a punto de abandonar el hogar familiar sabe disfrutar.
Aunque Sara y yo estamos pasando por un momento de tranquilidad, aún no hemos dado el paso de decírselo a la peque.
Supongo que al principio será duro (para todos) pero como todo el mundo dice, los niños son los primeros que se adaptan a los nuevos cambios, y al igual que no le costó mucho volver a dormir en su habitación (después de más de un año durmiendo en la "cama grande" con su madre) el que su padre no duerma en casa tampoco creo que sea muy traumático.
Porque lo que queremos es una custodia compartida, aunque oficialmente haya unas fechas definidas, habrá libertad para, con un orden para no desestabilizar a la peque, poder modificar los días, horarios, etc. y hacer que sea como el día a día de hoy, y sobre todo que pase el mayor tiempo posible con los dos, que los dos seamos los que vamos con ella a las actividades, hagamos los deberes, etc
Yo tenía previsto irme a casa de mis padres esta semana, pero Sara no se decide a hablar con la peque (sigue con esa actitud cobarde) y aunque la psicóloga nos aconsejó decírselo durante las vacaciones para que no fuera un golpe en periodo escolar, también es cierto que en estas fechas "tan señaladas" da un poco de palo decirle que a su padre los Reyes Magos le "han echado de casa"...
He llorado mucho, a solas, cuando me metía en la cama por las noches y recordaba las situaciones que había vivido ese día, en el coche, de camino al trabajo cuando más solo me sentía... mirándome al espejo cada mañana ...
Ahora no tengo ningún problema de hablar de todo esto a excepción de cuando nombramos a la peque.
Es muy triste lo que estamos viviendo y ella, con su edad y en su mundo, aunque a veces se da cuenta de que hay "tensión" en la casa, no sospecha lo que está sucediendo y menos ahora que hemos estado más de dos semanas de vacaciones con ella todo el día, haciendo deberes pero también jugando y compartiendo esos momentos que solo un padre que está a punto de abandonar el hogar familiar sabe disfrutar.
Aunque Sara y yo estamos pasando por un momento de tranquilidad, aún no hemos dado el paso de decírselo a la peque.
Supongo que al principio será duro (para todos) pero como todo el mundo dice, los niños son los primeros que se adaptan a los nuevos cambios, y al igual que no le costó mucho volver a dormir en su habitación (después de más de un año durmiendo en la "cama grande" con su madre) el que su padre no duerma en casa tampoco creo que sea muy traumático.
Porque lo que queremos es una custodia compartida, aunque oficialmente haya unas fechas definidas, habrá libertad para, con un orden para no desestabilizar a la peque, poder modificar los días, horarios, etc. y hacer que sea como el día a día de hoy, y sobre todo que pase el mayor tiempo posible con los dos, que los dos seamos los que vamos con ella a las actividades, hagamos los deberes, etc
Yo tenía previsto irme a casa de mis padres esta semana, pero Sara no se decide a hablar con la peque (sigue con esa actitud cobarde) y aunque la psicóloga nos aconsejó decírselo durante las vacaciones para que no fuera un golpe en periodo escolar, también es cierto que en estas fechas "tan señaladas" da un poco de palo decirle que a su padre los Reyes Magos le "han echado de casa"...
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